«¡Alegraos
siempre en el Señor!» (Flp
4,4)
Queridos
jóvenes:
Me
alegro de dirigirme de nuevo a vosotros con ocasión de la XXVII Jornada Mundial
de la Juventud. El recuerdo del encuentro de Madrid el pasado mes de agosto
sigue muy presente en mi corazón. Ha sido un momento extraordinario de gracia,
durante el cual el Señor ha bendecido a los jóvenes allí presentes, venidos del
mundo entero. Doy gracias a Dios por los muchos frutos que ha suscitado en
aquellas jornadas y que en el futuro seguirán multiplicándose entre los jóvenes
y las comunidades a las que pertenecen. Ahora nos estamos dirigiendo ya hacia
la próxima cita en Río de Janeiro en el año 2013, que tendrá como tema «¡Id y
haced discípulos a todos los pueblos!» (cf. Mt 28,19).
Este
año, el tema de la Jornada Mundial de la Juventud nos lo da la exhortación de la
Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses: «¡Alegraos siempre en el
Señor!» (4,4). En efecto, La alegría es un elemento central de la experiencia
cristiana. También experimentamos en cada Jornada Mundial de la Juventud una
alegría intensa, la alegría de la comunión, la alegría de ser cristianos, la
alegría de la fe. Esta es una de las características de estos encuentros. Vemos
la fuerza atrayente que ella tiene: en un mundo marcado a menudo por la
tristeza y la inquietud, la alegría es un testimonio importante de la belleza y
fiabilidad de la fe cristiana.
La
Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica
y duradera, aquella que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén en la
noche del nacimiento de Jesús (cf. Lc 2,10). Dios no sólo ha hablado, no
sólo ha cumplido signos prodigiosos en la historia de la humanidad, sino que se
ha hecho tan cercano que ha llegado a hacerse uno de nosotros, recorriendo las
etapas de la vida entera del hombre. En el difícil contexto actual, muchos
jóvenes en vuestro entorno tienen una inmensa necesidad de sentir que el
mensaje cristiano es un mensaje de alegría y esperanza. Quisiera reflexionar
ahora con vosotros sobre esta alegría, sobre los caminos para encontrarla, para
que podáis vivirla cada vez con mayor profundidad y ser mensajeros de ella
entre los que os rodean.
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