EL QUE NACERÁ SE LLAMARÁ HIJO DEL ALTÍSIMO
En este cuarto domingo del adviento, María
constituye el personaje central del Evangelio. Es María y su sí a Dios, lo que
constituyen la puerta de entrada del Hijo Eterno de Dios y el inicio de una nueva posibilidad
para el género humano.
Dos invitaciones recibe María de parte del
Ángel : alégrate, que en otra palabra puede significar, eres feliz, eres
dichosa, que es la aspiración de todo ser humano, la alegría plena, de la
felicidad. A Maria se le revela en
plenitud la fuente de la verdadera alegría, es DIOS mismo quien la envuelve con
su misterio y con su amor, esta certeza hace que escuche la segunda invitación:
no temas, el Dios de la misericordia viene en persona, el Dios que conoce María
a través de las profecías, se hace accesible, se le pone al alcance de las
manos, se hace pequeño.
Pero este mismo Dios, frágil, pequeño, pobre,
es fuente de fortaleza, es digno de confianza y espera y recibe de Maria una
respuesta de fe. María la pobre de
Nazaret, en su pequeñez se siente grade, en su simplicidad, se siente
privilegiada, en su debilidad, se siete fuerte. Es el todopoderoso el que se ha
abajado para hacer que el pobre viva en la esperanza de un futuro, en donde
otro mundo sea posible, en donde al pobre se le anuncia la buena noticia. María
en solidaridad con los pobres de la tierra, y en obediencia a su Señor dice: He
aquí la esclava del Señor que se haga en mi según has dicho.
Y desde ese momento, todos podemos confiar,
esperar, creer y obedecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!