viernes, 15 de marzo de 2013

V domingo de cuaresma


                                   Algo nuevo está brotando, ¿no lo notáis?


Es imposible no creer que la novedad del Espíritu está abriéndose en el Vaticano… Quizás tengamos que esperar, pero, por el momento, yo me inclino por acoger, orar y bendecir.
Os hago llegar la síntesis del comentario que aparece en la Web de Mercedarias de la caridad
En las cosas de espíritu, lo grave de nuestra sociedad (y de esa sociedad íntima que vivimos en relación con nuestro propio ser) supuestamente evangelizada, es que andamos despistados/as. No somos conscientes de la vida que brota en nuestra propia tierra (corporeidad) y en todo lo que nos rodea (sociedad, naturaleza). Lo que llevamos entre manos, lo inmediato y caduco, nos absorbe todo el tiempo y, con frecuencia, agota nuestra fuerzas. Pablo encuentra a Cristo y ese encuentro trasforma toda su existencia, hasta el punto de hacerle ver lo esencial y convertirse en un hombre libre de toda atadura, incluso la de la ley, en principio divina, pero adaptada a los intereses humanos, e, incluso, deshumanizadores. Hoy, el mensaje de la palabra quiere mostrarnos lo que significa el encuentro con Aquél que nos perdona hasta lo que nosotras/os no somos capaces de perdonarnos… La dignidad que poseemos se nos revela en el reconocimiento que recibimos del Otro/otro ser humano, capaz de limpiarnos con su mirada, y de mostrarnos el camino que nos queda por hacer en libertad: Si Dios, en Cristo, nos perdona y abre horizontes nuevos en nuestra vida, ¿Quién podrá condenarnos? ¿A quién podremos condenar? Lo nuevo está brotando, y es divino ¡Acojámoslo!


 Trinidad León, m.c.

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V Domingo de Cuaresma.Verbo Divino

domingo, 10 de marzo de 2013

                       IV Domingo de Cuaresma –Ciclo C-

Conversión también es reconocimiento: Todo lo suyo es nuestro.

Necesitamos ser libres para ver la realidad y lo que ella nos revela de la gratuidad divina, a cada instante, haciendo del ayer un hoy que mantiene la memoria viva de lo que aconteció y sigue aconteciendo. La cuaresma es el tiempo que en el que la Iglesia, en cada uno de sus miembros, está dispuesta a reconocer en qué le ha fallado a la Gracia, y rehacer el camino para volver a la Casa familiar; pero también es tiempo para reconocernos como propietarios/as de una Heredad (Dios) que hemos de consolidar y compartir, porque es nuestra Heredad. Dios Padre-Madre de todos: de los que se quedan y de los que se van.
 
Josué 5, 9a. 10-12: “En aquellos días, el Señor dijo a Josué: Hoy os he despojado del oprobio…” Para Dios, el ayer es hoy. No existe para la Presencia divina el tiempo medido en horas, días, años… Lo que aconteció, acontece en este momento. Por eso nuestra memoria creyente no es solo recordar hechos pasados, sino anamnesis: vivir la historia de la salvación en presente, reconociéndonos agentes activos de lo que la memoria creyente nos ha legado, al mismo tiempo que nos abrimos a la novedad que cada instante nos depara: ya no comieron maná sino del fruto de la tierra que habían cosechado. El don va unido al esfuerzo; la gratuidad al agradecimiento…

Salmo 33: Necesitamos saborear y contemplar lo que Dios nos da, para poder vivir el gozo del don y proclamar: “Mi alma se gloría en el Señor… que los humildes lo escuchen y se alegren”.

Trinidad León, m.c.
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