III Domingo del Tiempo Ordinario
Los oídos abiertos a su palabra, nuestros ojos fijos en él
La Iglesia da por concluida (sin que esto quiera decir cerrada) la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, pero el mensaje de este domingo no hace sino profundizar en la imperiosa y a la vez gozosa necesidad de estar y permanecer en la unidad: unidad en la escucha de una Ley (Palabra de Dios) que nos convierte en un verdadero pueblo que obra y actúa según su voluntad: “teniendo fijos los ojos en él”, porque allí donde se centre la mirada de este cuerpo creyente que es la Iglesia (Iglesias) que sigue a Jesús, no verá otra cosa que a un Dios que salva y libera a toda criatura. ¿Por qué, entonces, existe tanta división y tanta violencia en un mundo en el que Dios no hace otra cosa que actuar a favor de todo lo que existe, siendo uno más entre nosotros…? Mientras no hagamos otra cosa que formularnos esta cuestión, no sabremos lo que es la paz y la comunión entre los pueblos de la tierra. ¡Hay que actuar como él actúa!
Hna. Trinidad León, m. c.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!