El bautismo de Jesús, fiesta con la que culminamos el tiempo de navidad y que nos coloca a la puerta de la preparación de la pascua, no es sólo nos permite contemplar el itinerario de Jesús como condición de su encarnación. Es también la fiesta que nos permite contemplar lo que supone para nosotros los creyentes el nuevo nacimiento en Cristo, la identificación con el Cristo que se hace solidario con nosotros en todo, menos en el pecado. El Dios que se hace humano, para darnos la oportunidad de elevar nuestra condición a hijos de Dios. Es el gesto en donde Jesús empieza a expresar la elección de Dios por los pequeños, por los pecadores, por los marginados. Jesús que empieza su vida en las afueras de la ciudad, termina su vida en las afueras de la ciudad. El Dios de Jesús no puede ser encerrado en unas murallas y vino para abrir todas las puertas, para derribar todos los muros y abrir las puertas del Reino a todos los hombres y mujeres que acogen con sencillez su palabra y su amor. La fiesta del bautismo, es la fiesta de Jesús y nuestra propia fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!