miércoles, 23 de enero de 2013

III Domingo T. O.



III Domingo del Tiempo Ordinario
Los oídos abiertos a su palabra, nuestros ojos fijos en él

La Iglesia da por concluida (sin que esto quiera decir cerrada) la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, pero el mensaje de este domingo no hace sino profundizar en la imperiosa y a la vez gozosa necesidad de estar y permanecer en la unidad: unidad en la escucha de una Ley (Palabra de Dios) que nos convierte en un verdadero pueblo que obra y actúa según su voluntad: “teniendo fijos los ojos en él”, porque allí donde se centre la mirada de este cuerpo creyente que es la Iglesia (Iglesias) que sigue a Jesús, no verá otra cosa que a un Dios que salva y libera a toda criatura. ¿Por qué, entonces, existe tanta división y tanta violencia en un mundo en el que Dios no hace otra cosa que actuar a favor de todo lo que existe, siendo uno más entre nosotros…? Mientras no hagamos otra cosa que formularnos esta cuestión, no sabremos lo que es la paz y la comunión entre los pueblos de la tierra. ¡Hay que actuar como él actúa! 

Hna. Trinidad León, m. c.

viernes, 11 de enero de 2013

EL BAUTISMO DE JESUS


El bautismo de Jesús, fiesta con la que culminamos el tiempo de navidad y que nos coloca a la puerta de la preparación de la pascua, no es sólo nos permite contemplar el itinerario de Jesús como condición de su encarnación. Es también la fiesta que nos permite contemplar lo que supone para nosotros los creyentes el nuevo nacimiento en Cristo, la identificación con el Cristo que se hace solidario con nosotros en todo, menos en el pecado. El Dios que se hace humano, para darnos la oportunidad de elevar nuestra condición a hijos de Dios. Es el gesto en donde Jesús empieza a expresar la elección de Dios por los pequeños, por los pecadores, por los marginados. Jesús que empieza su vida en las afueras de la ciudad, termina su vida en las afueras de la ciudad. El Dios de Jesús no puede ser encerrado en unas murallas y vino para abrir todas las puertas, para derribar todos los muros y abrir las puertas del Reino a todos los hombres y mujeres que acogen con sencillez su palabra y su amor. La fiesta del bautismo, es la fiesta de Jesús y nuestra propia fiesta.