LA PARABOLA DE LOS TALENTOS
La palabra de Dios de este domingo nos habla de la responsabilidad personal e intransferible que tiene el creyente de responder ante el Señor por los dones que de Él recibe. Con la parábola de los talentos Jesús cuestiona la libertad responsable con que los que dicen creer en Dios asumen la puesta al servicio del Reino y de los demás los bienes que reciben día a día.
El talento en el contexto del Evangelio es algo más que una cualidad o una capacidad desarrollada, es la misma vida entendida como don y vivida como una oportunidad para glorificar a Dios y favorecer que otros también le glorifiquen. Los talentos también son las oportunidades que en nuestro mundo son diversas, y que lejos de hacernos poderosos nos deben hacer serviciales, generosos y solidarios en la capacidad de compartir.
A muchos de nosotros se nos olvida que lo que somos y tenemos nos viene de parte de Dios, que todo en nosotros es don y gracia. En muchas ocasiones nuestras decisiones, nuestras búsquedas, nuestros sueños no están encaminados a acoger el sueno de Dios para nosotros, y en no pocas ocasiones, están lejos de coincidir con lo que Dios quiere. El orientar la vida al margen del proyecto de Dios es una manera de enterrar los dones, de vivir con temor, de vivir sin confiar. Poner a producir los dones es sinónimo de acoger, de arriesgar, de ofrecer, de confiar, de creer que vivir de acuerdo el plan de Dios, será siempre la mejor garantía de se cumpla mi deseo de plenitud y de felicidad.
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