Después de estos días de convivencia, iniciando con el Primer Encuentro Internacional de Jóvenes Mercedarios (Granada) y seguidamente la JMJ (Madrid), ha llegado el momento de regresar. Pero tal cual se nos decía en la clausura, no podemos regresar sin un compromiso, no podemos regresar sin la determinación de ser testigos de lo que hemos visto y sentido. Quien se siente arraigado en Cristo, se hace discípulo. Comparte la misión de Jesús de cambiar y transformar el mundo, por medio de la vivencia del Evangelio y en nuestro caso, juventud mercedaria de la caridad, asumimos a ejemplo del Beato Zegrí, la caridad redentora como respuesta a tantas realidades que deshumanizan y desvirtúan el proyecto amoroso de Dios para con cada uno de sus hijos e hijas.
Entre abrazos, gestos de agradecimiento, de amistad, de amor y de fraternidad ya muchos de nuestras hermanas y jóvenes nos hemos dicho: hasta luego. Porque creemos que el sentido de pertenencia a la familia mercedaria de la caridad, trasciende las fronteras para confirmar que tenemos una casa común que cuidar entre todos y todas. Dios nos ha regalado estos días, han sido gracia y eso queremos llevar a nuestras comunidades, a nuestras familias, a nuestras parroquias, a nuestros colegios, a nuestros trabajos. Hacer crecer el Reino desde nuestra creatividad juvenil, provocando la liberación como principal objetivo de la misión redentora.
Reciban también ustedes, que han orado y siguen orando por nosotros y nosotras, el mismo abrazo y beso fraterno, acompañado de un gracias a todas las comunidades de Hermanas Mercedarias de la Caridad, por este espacio, por esta experiencia. Seguimos en comunión desde un carisma que también es parte de nuestro crecimiento en la fe.
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” Benedicto XVI
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