domingo, 30 de marzo de 2014

IV Domingo de Cuaresma -Ciclo A-


No sé quién es, pero sé lo que ha hecho por mí…
Nos acercamos a los días centrales de la Semana Santa. Los textos que se proclaman en la liturgia recogen la tensión de los acontecimientos vividos por Jesús y sus acompañantes. Las posturas ante el Maestro de Nazaret se polarizan cada vez más, y, tanto él como sus adversarios toman posiciones. Conocemos el desenlace final. A XXI siglos de distancia el drama no deja de sobrecogernos, sobre todo, porque no deja de acontecer: los sabios y los poderosos de este mundo no reconocen más autoridad que la propia (sea esta política, económica o religiosa…), la que han gestado a su imagen y semejanza. Y no están dispuestos a ver más allá de las luces (ficticias) que ellos mismos creen desprender. Si hay algo o alguien capaz de inquietar sus conciencias, o desequilibrar su estatus, lo eliminan sin más, como hicieron con Jesús. Tienen poder para hacerlo, y lo hacen. El drama de la Semana de Pasión comienza cada día, en cualquier rincón del mundo donde los ciegos por voluntad propia siguen proclamándose dueños absolutos de la verdad, su verdad; mientras muchos otros hombres y mujeres, tirados por el camino de la vida, aparentemente ciegos, siguen encontrándose, de improviso, con la Luz de Dios, son su fuerza sanadora: Jesucristo.

Trinidad León, mc.

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